Sinopsis
Tudor es el hijo menor de dos sirvientes de la corte de un gran boyardo de la atrasada Valaquia. Desde su nacimiento, la ambición parece guiar cada uno de sus pasos, y en su arduo ascenso al poder no dudará en dejar su camino sembrado de cadáveres. En su historia se cruzan el rey Salomón, la reina de Saba, el bisabuelo de John Lennon, el general Napier y la reina Victoria. Tudor será Theodoros: bandido y pirata, pecador devoto, el terror de los mares de la Hélade. Vivirá en bosques y monasterios, presenciará batallas y milagros, y finalmente se convertirá en Tewodros: el despiadado Emperador de Emperadores, soberano absoluto de Abisinia.
Theodoros constituye un ejercicio de pura libertad creativa en una narración torrencial, libérrima, exuberante, la culminación de una obra absolutamente épica. Un terremoto literario. Una novela arrolladora que abarca desde lo realista hasta lo fantasmagórico.
Comentario
Me pregunto lo que se ha tenido que fumar Mircea Cartarescu para escribir este libro, a medio camino entre El Señor de los Anillos, la Biblia y la novela romántica. Theodoros es uno de los éxitos literarios del momento, pero es un batiburrillo que rompe la lógica espacio tiempo y en el que a partir de la página 20 ya no sabes por dónde te andas. Está tan llena de baños de sangre, milagros, desollamientos, violaciones, empalamientos y adjetivos superlativos que no hay manera de digerirla. Cada 20 páginas he estado a punto de dejarla, pero las igualmente superlativas críticas me hacían volver a retomarla, me decía que algo bueno tenía que tener, hasta que en la página 370 (de 574) he abandonado. Hay demasiada literatura atractiva por ahí esperándome.
El libro gira alrededor de dos personajes muy interesantes: Teodoro II emperador de Etiopía, Joshua A. Norton, autoproclamado emperador de Estados Unidos, y otros personajes históricos. De cualquiera de ellos se podría haber hecho una buena novela inspirada en sus historias, o incluso haber escrito una buena co-biografía, pero la diarrea de Cartarescu ha producido un ladrillo indigerible.