En el año 1987 me compré un disco llamado Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me de un grupo que entonces empezaba a ser conocido, lo grabé en un casette y me fui con mi entonces novia a recorrer los pirineos y visitar esos maravillos sitios, desde Roda de Isábena hasta Ordesa, con la música a todo volumen dentro de nuestro Fiat Uno. Aquello fue el comienzo de dos amores, uno por The Cure y otro por mi novia, ahora mi mujer.
Después de eso mi afición por The Cure fue en aumento y disfruté mucho de sus canciones, como Why I Can’t Be You, The Lovecats y Lullaby, y también de vídeos tan memorables como el de Close To Me, donde los chavales del grupo, dentro de un armario, se despeñan por un acantilado hasta el mar, y el armario se hunde en el agua mientras ellos tocan la canción con instrumentos como un mini órgano y las púas de un peine (si, un peine).
Cosas como estas hacen de Robert Smith uno de los tipos más flipantes de la historia del rock, que ha demostrado a pesar de sus pintas de loco, ser el más inteligente y que ha llegado a sus 65 años en plena forma si juzgamos por este maravilloso disco que acaban de sacar, llamado Songs Of A Lost World. Desde la portada con un meteorito antropomórfico hasta la última canción es una sobrada maravilla. Algunos he visto que lo clasifican como “pop oscuro”. Yo la verdad preferiría llamarlo “pop luminoso” o rock sinfónico de nueva generación, ya que me recuerda a algunos grupos de los 70 como King Crimson.
La verdad es que Robert Smith me recuerda bastante a Peter Gabriel en el escenario. Son tipos que no se pueden estar quietos y que montan un show en cada canción, aunque ahora está bastante más reposado que en los 80. Me parece fantástico cómo este tipo ha llegado en plena forma a los 65 tacos, pero no como Mick Jagger a base de dar saltitos en el escenario cantando canciones mediocres, sino haciendo una maravilla como es este disco.
Para prueba, este vídeo de 3 horas que el grupo ha subido generosamente a Youtube con un concierto completo con las canciones de Songs Of A Lost World y algunas más de su repertorio clásico.
La vitalidad de su música y de los miembros de The Cure en el escenario contrasta con el pesimismo de algunas de sus letras, como por ejemplo la escalofriante:
Endsong
Y estoy afuera en la oscuridad
Mirando fijamente la luna roja como la sangre
Recordando las esperanzas y los sueños que tenía
Y todo lo que tenía que hacer
Y preguntándome qué fue de ese chico
Y del mundo que él llamaba suyo
Estoy afuera en la oscuridad
Preguntándome cómo me hice tan viejo
Todo se ha ido, todo se ha ido
No queda nada de todo lo que amaba
Todo se siente mal
Todo se ha ido, todo se ha ido, todo se ha ido
Sin esperanzas, sin sueños, sin mundo
No, yo, yo no pertenezco
No, no pertenezco aquí
Todo se ha ido, todo se ha ido
Me perderé en el tiempo
No pasará mucho tiempo
Todo se ha ido, todo se ha ido, todo se ha ido
Dejado solo sin nada al final de cada canción
Dejado solo sin nada al final de cada canción
Dejado solo sin nada
Nada
Nada
Nada